Zona de Contacto
Zona de contacto de Eugenia Ryan
Hoy estoy
como un jet
Perdido entre las nubes
Sin señales para ver adónde voy
Pero mi corazón no es ciego.
Perdido entre las nubes
Sin señales para ver adónde voy
Pero mi corazón no es ciego.
Charly García
Todavía nos preguntamos cómo es posible que ese inmenso aparato alado se
sostenga en el aire y nos lleve, con nuestras cargas, del otro lado del océano.
No lo preguntamos porque no lo sepamos racionalmente, lo hacemos porque la
respuesta científica no ha logrado echar por tierra las creencias mágicas que
siguen palpitando en nuestras sensaciones. La perplejidad es un estado
cotidiano que hemos asumido con naturalidad.
Cuando Eugenia Ryan elige el avión (o es elegida por él) como leit motiv
y lo expone a diferentes tratamientos, desde el transfer al calado, del
borramiento de la tinta acuosa a la veladura del papel calco, señala que todo
objeto está amenazado por un cambio de estado. Las cosas pueden evaporarse,
cristalizarse, fusionarse, condensarse. Una vez concluido el pasaje ¿cuánto se
conserva del punto de partida?
La memoria tiene estrategias similares de desvanecimientos; nitidez
inventada, énfasis y lagunas. Lo recordado cambia inevitablemente su fisonomía
en el mismo acto de recordar. ¿Cuántos recursos hemos generado para evitar la
pérdida? La escritura y la fotografía. La fotocopia y el dibujo. Y un largo
etcétera. Son, entre muchas otras cosas, maneras de retener, de fijar, de
apuntar algo para que no se nos escape. Y también, el archivo. Ese rey
burocrático y eterno. El archivo viene a tranquilizarnos: interrumpe el ciclo
de la mutación. Pero los archivos no están a salvo de los avatares. Ni los
históricos ni los familiares.
Eugenia Ryan se detiene en su herencia paterna, la herencia como
inventario de vida, y abstrae ciertos rasgos que resuenan poéticamente, son
testimonios y son oportunidades, es decir, se puede hacer algo con ellos que no
sea confinarlos al homenaje o la conmemoración. El avión entonces se vuelve
textura y se diluye en el ruido del paisaje, la silueta es ventana en el cielo,
los sobres son soportes de imágenes, una lapicera es un secreter. Una carta es
un registro de extracciones que hacen el silencio más pesado.
La zona de contacto, esa breve franja definida por el avión en tierra,
despegue y aterrizaje, en el mundo de los afectos es difícil de mensurar. Tal
vez las zonas de contacto también se produzcan entre nubes y turbulencias.
En una cartulina que funciona como corazón de la serie, calada con
paciencia de punzón, Eugenia escribió:
Hay un gesto
persistente y repetitivo
que nos conecta
Ahora entiendo un poco más…
lo hereditario
el aire y
cuando aparece una alternativa
la necesidad de volver a
hablar.
Verónica
Gómez
Abril de 2018